martes, 29 de mayo de 2012

SER INVESTIGADOR


Investigar significa realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático con el propósito de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia. Investigador es, naturalmente, la persona que investiga. Y siendo eso cierto, está claro que es una definición demasiado ingenua e inútil para nuestros propósitos. En efecto, nos referimos al investigador como carrera profesional, como forma de vida y de dedicación al estudio y a la generación de conocimiento. Los investigadores desarrollan su trabajo en los centros públicos, y privados, de investigación y en las universidades. Entre los primeros, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) es el organismo nacional expresamente consagrado a la tarea investigadora y sus aplicaciones.

La realidad española, siguiendo la pauta europea, es que el 70% de la investigación se realiza en las universidades, detalle de capital importancia, pues debe ser compatible con la docencia. Conviene recordar, pues, lo que dice la vigente LOU (Ley 6/2001 de 21 de diciembre) en su Título VII. De la investigación en la Universidad. «La investigación, fundamento de la docencia, medio para el progreso de la comunidad y soporte de la transferencia social del conocimiento, constituye una función esencial de las universidades. [ ] La Universidad asume, como uno de sus objetivos esenciales, el desarrollo de la investigación científica, técnica y artística, así como la formación de investigadores, y atenderá tanto a la investigación básica como a la aplicada. [ ] La investigación es un derecho y un deber del personal docente e investigador de las Universidades. [ ] La actividad y dedicación investigadora y la contribución al desarrollo científico, tecnológico o artístico del personal docente e investigador de las Universidades será criterio relevante, atendida su oportuna evaluación, para determinar su eficiencia en el desarrollo de su actividad profesional. [ ] La Universidad desarrollará una investigación de excelencia con los objetivos de contribuir al avance del conocimiento, la innovación y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos y la competitividad de las empresas».

Se podría decir que las mejores condiciones para la investigación se dan en el CSIC, mientras que en las universidades se debe compaginar con la docencia. Es muy importante resaltar una tercera faceta, habitualmente olvidada: la muy digna investigación que se realiza en los hospitales y que debe ser simultaneada con la parte asistencial. En ningún caso olvido -pero dejo aparte intencionadamente- la nada despreciable carga burocrática indisolublemente unida, pero necesaria, al quehacer investigador.

El genuino investigador jamás mide su dedicación por horas/semana. Sin embargo, a efectos administrativos y de gestión, se suele aceptar como patrón internacional de medida -necesariamente aproximada- el término EDP (Equivalente de Dedicación Plena), o con sus siglas en inglés FTE (full time equivalent), para indicar 32 horas a la semana de dedicación a la investigación en las universidades.

A pesar de tantos ingredientes, los conceptos de investigación e investigador deben ser entendidos de manera única y sin ambigüedad, independientemente del ámbito de su desarrollo. Por consiguiente, y a partir de ahora, por investigación sólo entenderé investigación de calidad, entendiendo como tal la que responde a los patrones que habitualmente vienen aplicando las agencias nacionales ANECA, ANEP y CNEAI,

y que se resumen en los siguientes tres puntos: (1) publicaciones de relevancia internacional (léase con índice de impacto); (2) autofinanciación mediante la captación de recursos en convocatorias públicas competitivas; y (3) aplicabilidad de los resultados.

Quien realice ese tipo de investigación será llamado investigador. Y precisaré, será investigadora toda persona cuyo trabajo esté preferentemente orientado a la investigación. Así pues, los tres criterios anteriores se aplicarían para determinar la condición de investigador.

Ese investigador, el que debería escribirse con mayúsculas, ya ha superado, sobradamente, la evaluación externa, la institucional; pero ahora se enfrenta a la más dura, la intrínseca, esa que emana de las entrañas. Ese investigador siempre busca la verdad y el trabajo bien hecho, pero nunca a cualquier precio; aborrece la mezquindad, el plagio y la trepa. Ese investigador ama la libertad y la procura entre los suyos; defiende su independencia con la misma fuerza que la de los suyos. Es maestro y aúpa a sus discípulos; es creativo y jamás estrangula una iniciativa; crea grupo y ambiente de trabajo. Es generoso y solidario; es elegante para ceder, con gallardía, ante el empuje. Es todo eso y mucho más. Y además, créanme, existen muchos de esos.



Ángel Ferrandez Izquierdo presidente de la Academia de Ciencias de la Región de Murcia.

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